La familia como una posibilidad transformadora
La familia es el primer agente socializador y como tal allí donde el niño aprende quién es, cómo debe comportarse y cómo relacionarse con los demás. La familia no solo transmite valores, también enseña qué está bien y qué no, por medio de reglas como respetar, compartir y esperar turnos; moldea la identidad y la autoestima, desarrolla habilidades sociales y emocionales, transmite tradiciones y cultura de generación en generación a todos los miembros. De esta manera, para la familia la educación no debe orientarse solamente a la adquisición de conocimientos académicos, sino como un proceso de acompañamiento en el desarrollo integral. Por esto, el rol de ustedes como padres es decisivo. El colegio apoya y abre el camino, pero el hogar es el lugar donde estos aprendizajes se consolidan y se integran en la vida diaria.
En el preescolar los niños necesitan:
- Sentir seguridad, expresiones afectivas y rutinas claras.
- Aprender a compartir, respetar turnos, cuidar los materiales, expresar emociones y reconocer lo que está bien y mal.
La familia como eje transformador
- Modelos de vida: Los niños aprenden más de lo que observan que de lo que se les dice. Los valores, el respeto y las actitudes de los adultos se convierten en sus referentes.
- Vínculo afectivo: La seguridad emocional que otorgan los padres es la base para que los niños exploren el mundo con confianza.
- Rutinas consistentes: Horarios claros de sueño, alimentación y juego fortalecen la autorregulación y dan sensación de seguridad.
- Coherencia con la escuela: Cuando familia y colegio trabajan en la misma dirección, el niño siente estabilidad y crece con mayor armonía.
La familia puede apoyar con pequeñas tareas como:
- Ordenar juguetes.
- Saludar con respeto.
- Agradecer y pedir con cortesía.
Recomendaciones prácticas para padres
- Establezcan tiempo de calidad diario: 15 minutos, sin celular ni distracciones.
- Lean juntos un cuento antes de dormir.
- Escuchen con atención cuando el niño hable; así se sienten valiosos y comprendidos.
- Reconozcan y celebren pequeños logros (“te esforzaste mucho en ese dibujo”).
- Enséñen a resolver conflictos con diálogo, no con gritos o castigos físicos.
La calidad en la educación se logra cuando escuela y familia trabajan de manera conjunta y participativa. No es suficiente con que los hijos tengan conocimientos académicos; es vital para su formación que desarrollen principios sólidos, seguridad en sí mismos y sensibilidad social. Educar hijos exitosos requiere perseverancia; es un trabajo diario en equipo, colegio y familia, con un solo propósito.
Claudia Patricia Bacca
Neuropsicóloga